“Que por mayo era, por mayo, cuando hace el calor”, recibí una llamada de Javi Grande. Hacía años que no sabía nada de él, pero tan sólo con el saludo, reconocí su voz. Me transmitía una idea que poco a poco se fue convirtiendo en “La Idea”: volver a juntarnos tras 25 años.
Fueron pasando las semanas y los meses, hasta llegar el ansiado 22 de Octubre. Pero la espera se iba amenizando gracias a una red social en Internet: cada semana un articulo, con una historia distinta, o la posibilidad de chatear y reencontrarse con los que estaban lejos, o de escuchar canciones del pasado en voces amigas.
Tengo que admitir que fue la música la que consiguió emocionarme. Oír aquella antigua canción y reconocer las voces de mis amigas María Amor y Marta, hizo que no pudiera contener las lágrimas. Pero no lloraba de pena, sino de emoción, de alegría por sentir que podía volver la vista atrás y sentirme cerca de mis amigas, aun cuando habían pasado tantos años. Y supe entonces que viviría el día del 22 de Octubre con gran intensidad y emoción.
Amaneció el tan esperado día. Tras la emotiva celebración eucarística (de la que no hablaré, dado que ya se ha elaborado un artículo sobre ella) se ofreció un “Vino Español”. Y así, reunidos en el salón de actos y vestíbulo de la Parroquia de San Martín de Porres, bastante cambiada para muchos, llegó el momento de saludarnos y charlar un rato entre los asistentes.
14:15 del día 22-10-2011 - Vino Español en el antiguo Salón Parroquial de San Martín de Porres. Vista de los muchos y espontáneos grupos de diálogo |
La convocatoria había sido un gran éxito; y éramos muchos los que habíamos acudido a encontrarnos con los compañeros de antaño.
Seguro que no soy capaz de contaros todas las personas que acudieron. Con algunos de los asistentes ya contábamos, pero otros nos daban gratas sorpresas al personarse.
No voy a olvidar la presencia de Javier Ibarrola ni su largo abrazo. Ni el encuentro con Maite del Pino quien vino desde Madrid acompañada de su hijo Álvaro. Pablo Vara también vino al encuentro desde la capital. Lulú nos sorprendió a todos acercándose desde Santander para pasar un rato con nosotros, pues su trabajo no le permitía una presencia mayor.
También acudieron algunos que en el pasado fueron catequistas de la parroquia, como Cristina Lozano, Mª Cruz Albarellos, Evelio, Josemi o Yolanda Montes que lo hizo acompañada de algunos de sus hijos. No podemos olvidar de la grata representación del Grupo Brotes de Olivo, que nos acompañó prácticamente durante todo el encuentro. Su cercanía y sencillez facilitó nuestro diálogo con ellos. Creo que ellos se sintieron como “uno más” entre todos los presentes.
Algunos miembros de Brotes de Olivo acompañados por familiares de Yoli y Javi |
Fueron muchas las personas a las que saludé y aun cuando habían pasado 25 años, todos nos reconocimos y se escuchaba una y otra vez como coletilla la frase: “estas igual que siempre”. Y era cierto: veía una cara y rápidamente me venía a la cabeza su nombre.
Si en algo se notaba que el tiempo había pasado y que ya no éramos los adolescentes que salían de acampada era en el gran número de niños que acompañaban a sus padres. Las tres pequeñas de María Amor junto con los de Marta Ordoñez y Marta Allende jugaban por el vestíbulo. Anabel vino acompañada de sus dos hijos y Ana Camarero también trajo a sus dos pequeños. Otros, no tan críos como los de Begui y su hermana Piluca o los de Javi y Yolanda también participaron de la reunión. E incluso pudimos disfrutar de la ternura que provocan los bebés, como Juan (el niño de Isabel e Ignacio), Ángel (el de Blanca) e Inés (de Poter). Así que con esta savia nueva podemos pensar que habrá Post-Guay para rato. Ojalá que todos ellos puedan tener una adolescencia tan maravillosa como la nuestra, plagada de anécdotas divertidas y envuelta en los valores que nosotros aprendimos en aquellos años y ojalá que todos nosotros podamos ser participes de ello.
Cómo no destacar también la nutrida presencia de padres de los antiguos miembros del Post-Guay (muchos ya abuelos). Por sus caras y por las conversaciones que se tuvieron entre vino y vino, entre pincho y pincho, su alegría era, al menos, tan intensa como la de los mismos protagonistas del evento. No cabe ninguna duda de que esta presencia realzó y revalorizó el acto que estábamos celebrando. Daba la impresión de que ellos sí comprendieron el valor de la labor que hace tantos años se estaba llevando a cabo con nosotros, sus hijos.
16:30 - Algunos participantes decidieron hacer del Vino Español una cominda de fraternidad. |
Si a todos los hasta ahora mencionados añadimos la respuesta generosa por parte de algunos parroquianos –feligreses y sacerdotes-, de aquellos amigos que nos honraron con su compañía y de los viejos “compañeros de camino” que también ahora nos quisieron acompañar, comprenderéis que no quedaba más remedio que alternar entre el diálogo, la degustación y la contemplación de la exposición presente en el hall y de la proyección que Begui había preparado con tanto acierto (doble acierto que se repitió en la cena horas más tarde).
Pasadas las 15:00 h., mientras algunos se fueron despidiendo hasta la tarde, hasta la cena o hasta otra gran ocasión, otros hicimos del Vino Español nuestra comida de fraternidad. El murmullo bajó de tono y las conversaciones se hicieron más profundas. Café para todos para mantenernos despiertos. Por algún tiempo Brotes nos acompañó. Pronto tuvimos que conducirlos a las instalaciones del Cultural CajaBurgos, para ultimar los preparativos del Concierto-Recital con el que gratuitamente accedieron a colaborar en nuestra Celebración de los Veinticinco años.
El objetivo del Vino Español, es decir, el reencuentro, el diálogo, la celebración, se había cumplido… Y ya podemos decir: “nosotros también estuvimos allí”.
Marimar