PRIMERAS REIVINDICACIONES... O LOS "INDIGNADOS DEL 3-A-87"
Hay acontecimientos que son para enmarcar y mantenerlos en un lugar preferente en la memoria de nuestra vida. El que vamos a relatar a continuación tenemos que considerarlo como un hito en los comienzos de la historia del Post-Guay. Intentaremos redactarlo de forma relajada, distendida, casi cómica. Pero, si os acordáis, el desarrollo de los hechos fue tenso, electrizante, desconcertante, inesperado.
Todo comenzó en las primeras semanas de marzo de 1987. El grupo Post-Guay llevaba funcionando algo más de un año y creímos que eso nos daba patente de corso para tratar temas serios y escabrosos. Para eso teníamos ya entre 14 y 15 años.
Ni cortos ni perezosos nos decantamos por profundizar en… las relaciones entre padres e hijos. ¿No está mal, eh? Y ya puestos a profundizar… pues ¡venga!... hasta el fondo… ¿Por qué no elaborar, además, una tabla reivindicativa de los derechos de los hijos sobre los padres?... Y ¿por qué no cuatro tablas?
Y eso hicimos. Recogimos opiniones, las ordenamos, las pasamos a máquina… y salieron cuatro preciosas tablas que podéis leer aquí. ¿A que son perfectas? No son precisamente los cuatro evangelios pero dicen cosas parecidas (diálogo – libertad – progreso – borrón y cuenta nueva), pero desde otras perspectivas y con distintos matices. Por supuesto las consignas de la Revolución Francesa (libertad – igualdad – fraternidad), eran poco para nosotros.
Pero ¿qué hacer con ese material salido de nuestra sesuda reflexión? ¿Por qué reducirlo a la privacidad? ¡Pues démoslo a conocer! ¡Convoquemos a los padres!
Y así se hizo. Aprovechando que había que hablar con ellos para exponerles nuestra próxima convivencia en Huerta de Arriba, el día 3 de abril de 1987 se lo soltamos de sopetón. Cual un Martín Lutero colectivo -470 años y medio después de que éste clavara sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg como una invitación abierta a debatirlas- nosotros lo hicimos en el alma de los asistentes. Desde entonces esa fecha la llevamos todos marcada en el cráneo.
No puedo acordarme qué fue lo primero, si la exposición de las cuatro tablas o los planes para la convivencia en Huerta. No puedo acordarme, pero lo deduzco ya que con su lectura se acabó el silencio y comenzó la madre de todas las batallas. Nosotros, los monitores, no dábamos abasto para calmar, explicar, defender, reconocer, aceptar, mediar, etc.
Aquello era como si Nadal tuviera que pelotear a la vez contra dos docenas de contrincantes. ¿Habéis probado a jugar una partida de futbolín con, al menos, 25 bolas? Pues la refriega no tenía nada que ver con eso porque allí disparaba con balas y no con bolas. Si eso hubiese sido una batalla de paintball, hubiéramos salido de allí tan coloreados que pareceríamos una simulación heavy de la cabalgata del orgullo gay. Aquí añado algunas balas de las que dolían:
- "Esto ha sido una encerrona."
- "Para esto no llevo yo a mis hijos a la Parroquia."
- "Vosotros estáis para entretener, pero de la educación de mi hij@ me encargo yo".
- "No contéis más con mi hij@."
Tenemos que reconocer que otros nos hablaron en tono más moderado: que no se podía absolutizar, que era una visión parcial, que les había pillado de sorpresa, que habría que hablarlo más... Esta forma de hablar para nosotros era una alivio pasajero en el fragor de la batalla.
Por si eso fuera poco, no tuvimos oportunidad para contrarrestar el ataque. En derecho, la defensa siempre dispone de un tiempo para las alegaciones. Aquí no lo hubo. El salón estaba ocupado a partir de cierta hora y esa hora había llegado. Había que salir de allí. Se levantó la sesión y todos fueron desfilando. Casi todos los padres se fueron con sus hijos. Parecía más un desplante que un hasta luego.
Nosotros, atónitos, nos “refugiamos” en la sacristía. No entendíamos lo que había pasado: ¡No era para tanto! ¡Cuatro tablillas de nada!...
Pero... después del abatimiento empezamos a recibir una maravillosa brisa fresca. Pasados unos diez minutos algunos de los chavales, escapando de la compañía de sus padres, volvían a aparecer por la sacristía y en tono de cierta complicidad nos decían:
- "¿Veis como teníamos razón en lo que decíamos?."
- "Quien se pica, ajos come."
- "La verdad escuece."
Su apoyo y acompañamiento aquella noche, nos sacó del vodka y de la depresión de por vida.
Tenemos que añadir, que los chavales siguieron asistiendo a las reuniones y con más conciencia y fidelidad que antes. Y, por supuesto, los padres encantados. De hecho, la relación con los padres se multiplicó, y hasta hoy, en algunos casos, el trato afable, amistoso, perdura.
Añadimos un documento escrito a mano en el que, de forma sucinta, se hace una revisión de aquella reunión. Es otra reliquia que merece la pena releer.
NOTA 1: No tengáis inconveniente en darles la dirección de este blog a vuestros padres. Os pedimos que lo hagáis. Creo que si en los 25 años que han pasado no les contasteis algunas cosas, ahora ellos tienen oportunidad de conocer un poco más vuestras andanzas pasadas. (Lo digo y, a la vez pienso: y se me montan otro pollo como el de entonces... –es broma- por que ¡¡¡qué noche la de aquel día!!!).
NOTA 2: ¿Qué opinión os merecen esas cuatro tablas después de veintitantos años y ocupando muchos de vosotros hoy el papel de padres ante vuestros hijos? ¿Cómo responderíais vosotros a una exposición parecida?
Javi... único superviviente de aquella refriega.