Noviembre 86 - Las eras de Hormaza Amontonados para la foto |
Por más que intento recomponer la particular historia de la convivencia que el grupo Post-Guay llevó a cabo durante los días 29 y 30 de noviembre de 1986, no puedo. Quizá este artículo se lo teníamos que haber “endiñado” a otros. No lo hemos hecho porque de los catequistas que estuvieron en la misma, sólo se mantiene cercano a la historia general del grupo, el que suscribe. Lo que en mi mala memoria permanece son sólo imágenes vagas, algunas sensaciones referidas a las circunstancias climatológicas y a las relacionales personales.
Por esta razón estáis ante una muy buena oportunidad para completar e iluminar la aventura incompleta de esos días. No dejéis que este apartado histórico lo reinvente y reinterprete yo sólo. Os estoy invitando a comentar, bien a través de este blog o bien a través de correos electrónicos.
Aún así, algo podemos saber de aquellos días. Para ello acudiremos a nuestra paleontología y utilizaremos algunos apuntes, algunas fotos y algo de la vieja correspondencia con vuestros padres. Y a partir de ahí reconstruiremos, en la medida de lo posible, nuestro puzle. Allá vamos.
Si nos fijamos, la convivencia se piensa para el 29 y 30 de noviembre, justamente un mes después de que se lanzara la primera convocatoria oficial para el Grupo Post-Guay que, como podéis visualizar en las primeras entradas de este blog, tuvo lugar el 21-10-1986. La respuesta a aquella convocatoria fue muy satisfactoria. Casi cuarente chavales decidieron continuar después de la Confirmación. Resultado extraño para aquellos tiempos. Mucho más para los tiempos de ahora. Pero nosotros lo hicimos.
Esta no era la primera convivencia que se había realizado. Tanto en las vacaciones de Semana Santa del 85 como del 86 habíamos estado en Tolbaños de Arriba. Pero ahora se trataba de algo más oficial. Era la primera convivencia con el grupo ya establecido. Eran los comienzos y consideramos que era una buena manera de tejer relaciones entre todos. Además, al tratarse de sólo dos días nos decidimos por un lugar cercano… Y muy cerca estaba Hormaza, que a su vez, era el pueblo en el que D. Fermín había estado unos cuántos años de párroco y tenía acceso a la casa parroquial que fue su lugar de residencia cuando ejerció su labor pastoral en ese pueblo.
De esta forma se lo planteamos a vuestros padres. Lo podemos ver en la carta del día 18 de noviembre de 1986 que recibieron de vuestras propias manos. Resulta curioso el contenido y el estilo utilizado pero más aún las tres firmas que aparecen en la carta. De Maite ya sé que os acordáis, pero ¿y de de Joseba? Seguro que alguno perdió su rastro en la memoria hace muchos años. Para la celebración del 25 aniversario intentamos localizarlo por todos los medios… y fue imposible dar con él. Ahora tenéis una buena oportunidad de recordarlo y reconocerlo, aunque sea por medio de algunas fotos.
Quizá os resulte curioso el planteamiento que se hizo, en síntesis y muy a mi medida, de las necesidades tanto de infraestructura como de disposición personal, para estos días. Son pequeños tesoros que por tener su valor, se han conservado. ¿No os llama la atención lo de las 650 pts.? Osea, 3'5 €.
¿Qué es lo que yo recuerdo? Días de noviembre. Soleados pero muy frescos. Los ratos libres los pasamos conociendo los alrededores: pequeñas colinas verdes, campo de fútbol, iglesia, ruinas del castillo. Todo ello acompañado de pequeños paseos por las calles del pueblo, por supuesto, albortando a sus pocos vecinos. Pero cuando digo alborotar no digo escandalizar. Hay alborotos que son sosegados y el vuestro en Hormaza era uno de esos. No había estridencias sino un estar animoso, sano. La impresión que me queda es que fue un subgrupo el que añadió un “bien-estar” especial. Me estoy refiriendo al grupo de chicas que ya llevaban funcionando como grupo un año antes por ser un año mayores. Acudiendo a las fotos podemos distinguir a Marta, Mª Emilia, Ofelia, Inés, Anabel… Una vez transcurridos 25 años he de reconocer que el carácter, tanto individual como colectivo, de estas chicas, ahora madres, siempre fue diferente: más cálido y dialogante, menos impulsivo, más dispuesto a la escucha, a la colaboración… ¿Me equivoco? ¡Ojo!, no digo si esa forma era mejor o peor… simplemente digo diferente.
Calles de Hormaza. Foto de grupo a la hora de... ¿la merienda? |
De las pocas imágenes concretas que permanecen en mí es la de una inmensa cola de chicos y chicas somnolientas esperando, entre risas y quejas, para entrar en el baño (el único baño… aunque muy amplio) después de que unos insolentes monitores les despertaran demasiado temprano aquella mañana de domingo.
De lo que allí hicimos no me acordaré de nada… hasta que alguien me refresque la memoria. Sé que a algunos de vosotros sí que os quedaron unos cuántos recuerdos de ese par de días. De hecho, bastantes de las fotos que presentamos al final de este artículo, han sido aportación vuestra. (Esto me da pie para comentar que sigue habiendo materiales muy aprovechables en vuestro desván). Pero también hay otra manera de bucear en el pasado y es acudir a mi hemeroteca particular. De esta forma rescatamos el horario de aquellos días, al menos el horario programado... al minuto.
Si os fijáis, lo primero que me llama la atención es que fuimos en tren hasta Estépar. De allí fuimos andando hasta Hormaza. Fue la única vez que utilizamos este medio de locomoción para “casi” llegar a nuestro destino. Yo sé (porque lo he leído en algún legajo del milenio anterior, aunque ahora no doy con él) que había una propuesta para que fueran los padres a recogernos a Hormaza. Así debió ser… pero no puedo afirmar que el retorno se hiciera así.
Según consta en el horario, nos dio tiempo para todo: reuniones asamblearias y por grupos, partidos de fútbol, fiesta, Eucaristía, ensayos de música, chocolatada… y hasta tiempo libre. Y todo ello en día y medio. Va a tener razón Albert Einstein cuando dice que el tiempo es relativo. A mí, por ejemplo, los últimos 25 años han sido “relativamente” cortos. Para algunos de vosotros, en cambio, han sido toda una vida… tan larga que ha dado pie al olvido.
¿En la terraza de la casa del párroco? |
No cabe ninguna duda de que, aunque el lugar de la convivencia no era espectacular, la sensación que nos quedó a todos fue de un fin de semana bien aprovechado, que sirvió para conocernos un poco más -sobre todo al grupo de las mayores-, que confirmamos nuestro deseo de seguir adelante, que merecía la pena pertenecer a un grupo que hacía planteamientos diferentes a los de otros grupos y que prometía mil y una aventuras que, como iremos viendo en este blog, tuvieron lugar y que poco a poco fueron llenando nuestra vida.
Por cierto, se ha planteado un fin de semana en familia, para dentro de unos meses para todos los que quieran recobrar la juventud. La idea nos parece buena. Pero esta información ya os va llegando por otros medios. ¡Animo!
Javi